sábado, 30 de junio de 2012

Soy

Soy el punto de partida que no ve el final, que descubre un nuevo camino para volver a empezar. Soy la sombra de tu vida con la intención de solo ser un ángel más. Soy ocaso de palabras, una señal intermediaria en la cumbre de tus ideas. 
Soy mis días de noche, el cuento que nadie ha leído, la historia que nunca pasó. Soy el libro que anhela ser escrito, el dibujo que aún no ha sido ilustrado, el sueño que no se ha soñado, la muerte que aún no encuentra solución. 
Soy el mar que espera abrazarte, la ráfaga que va de prisa, la promesa que se cumplió. Soy el viaje que no tiene retorno, la espera sin paciencia, el frío en el verano, el calor en el invierno. 
Soy un mendigo con sentimientos de oro, soy un teatro vacío aplaudido por cada acción detrás del telón. Soy la respuesta a todas tus dudas, a cada una de tus interrogantes en los delirios del corazón. 
Soy la alfombra que cuida tus pasos, la medicina de risa en tus momentos de enojo y de arrebato. Soy la esperanza perdida que abandonaste por alguna decepción que te mantiene atada al pasado.
Soy el silencio en tu voz, en tu ira y en tu exilio después de cada perdón. Soy el miedo que no intimida, la gota de lluvia que apaga el dolor.
Soy el juego que nunca termino, que dejo a medias y luego olvido. Soy una estatua, callada y observadora, firme y con un testamento de momentos y de recuerdos. 
Soy el canto que mi mente grita por las noches, tan fuerte y callado que invoca a la reflexión. Soy el eco del viento y el parpadeo después de cada sorpresa. Soy esclavo y juez de mi propia conciencia, amo de lo que siento y súbdito de mi tristeza.
Soy un soñador de día y creador de historias por la noche. Soy un alma cansada de batallas sin honores, de cuentos y mentiras que la incitan a volar a otros senderos. Soy libertad en mi pensamiento, el color de la verdad, y la mirada eterna de un amor inmortal.
Soy la moneda que te da algo a cambio, soy un sueño del ayer, un recuerdo nublado. Soy el fantasma de un amor abatido, soy el miedo en un puñal con el dolor en el olvido. Soy esa metáfora que te deja pensando, soy alegría, soy llanto. Soy el ángel o el diablo, como el mismo edén o el mismo calvario.
Soy aquel adorno que nunca miras, que anda escondido esperando compañía. Soy esa frase que siempre recuerdas, que te devuelve las ganas y en tu mente conservas.
Soy las huellas que dejo en el camino, las marcas que me hice sin recordar que ese mismo dolor ya lo había vivido. Soy ajeno y amigo de tus abrazos, de tus besos y de las formas de enamorar que demuestras sin pensarlo.
Soy el duende de tu inocencia, el compañero invisible que aún recuerdas. Soy la piedra que salta por los ríos, el horizonte que no veo y luego imagino.
Soy un principiante amigo de la suerte, un heredero de misterios y de momentos no vividos, de historias sin final y de versos infinitos. Soy el enigma encerrado en tus pupilas, los gestos que conservas después de cada despedida.
Soy un cómplice de la luna, un intruso de la noche. Soy esa nostalgia cuando el ejército de estrellas adorna el crepúsculo.
Soy un texto perdido entre hojas muertas, un poema que escribí de niño cuando la inocencia se dejaba llevar por el sentimiento sincero de enamorarse a primera vista. 
Soy un muérdago en noche buena, soy esa luz de la condena. Soy esa corriente de las olas del mar que arrastra lo bueno de la vida, dejando los pesares a cuestas de la orilla. 
Soy aquel contrato que debo cumplir, con la única ley que son mis principios, y mi firma mis acciones que despojo a escondidas entre la continua rutina de almas desconocidas.
Soy lo que he leído, lo que he escrito, soy lo que he esperado, soy lo que he soñado…



sábado, 23 de junio de 2012

Deliberación

Solo queda el silencio y las miradas conspiran para ver el futuro que aún es incierto, actuemos más y pensemos menos, tal vez así encontremos la solución a nuestros dilemas. 
En una alteración de la rutina, te muestras muy serena, pero al mismo tiempo siento cómo vas cambiando el curso de lo que alguna vez fue importante para ti. Comienzo a desfilar por el borde de tu locura, no me concentro, no puedo ver hacia ambos lados, solo dirijo mi mirada hacia donde tú te encuentras sin pensar en que pueda morir. 
Sería innecesario que trates de buscar en el calendario el día en que tú y yo nos conocimos, pues solo nos basta con saber que sucedió. Me doy cuenta de que mis frases caducan a tu espera, es el miedo que provocas al no querer escucharme detenidamente, pues mis palabras suelen ser agonizantes pero, llenas de vida. Tómate un tiempo para descifrar la savia que hay en ellas.
Al culminar el naufragio voraz de tu duda te alimentas de mi verdad, pones a prueba mis intenciones cada vez que me oyes hablar, oigo tus pasos pero nunca te veo llegar, el encanto de tu exilio se ve opaco con solo pensar en tu desganada manera de actuar, de refutar el interés que de por sí, solo llega a ilusionar.
Todavía tengo una deuda pendiente contigo, que nace en mi pasado y arriba en los puertos del futuro. Aunque tú no lo sepas, suelo perderme en los campos que abrazaron nuestra historia, y ahora después de tanto tiempo, sigue intacta tu esencia, con la misma energía de ayer pero sin la esperanza que irradiaba tu sonrisa al tenerte cerca. Hay una motivo que cuelga de tu cuello y del mio, hay un recuerdo que me hace fuerte y a la vez muy frágil, haciéndome unir aquel lazo que aparentemente vive en nuestro silencio.
Mientras me pierdo en las calles lúgubres, sucias de alma, inauditas de amor, necias de pensamientos y ausentes de corazón, trato de escabullirme en mi sosiego con mi tan perfecta compañera la soledad, la cual me reclama que te diga que tus sentimientos están a salvo en un corazón que evitará cualquier tipo de decepciones. 
La dictadura continúa, el egoísmo hace acto de presencia mientras me robas algo de inspiración, aunque solemos cruzarnos, no nos vemos el rostro, estamos en el mismo lugar pero a la vez tan distantes, me conoces tanto pero yo no te conozco…
De un momento a otro el calor encumbre mi rostro, el rojizo pinta mi tez, las miradas me invaden y una vez más empieza mi condena. Se vuelve una costumbre respirar el aire de la melancolía, es doloroso y al mismo tiempo placentero, pero lo más agobiante es que me hace perder en tu niebla, esa, la cual no me deja ver con claridad las huellas que retrato en el camino. Doy media vuelta y simplemente no encuentro nada. 
Ya no sé qué hacer con este estilo de vida, no dejo de respirar versos, no dejo de respirar ironías. Me pusiste en ese plan de querernos a escondidas, colocaste una línea entre los dos para separar los sueños de la realidad y la fantasía. 
Al no resolver tus dilemas le quitas la intención al corazón, corrompes mis ganas al hablarme por hablar, al mirarme por mirar, sin demostrar nada, sin percibir en mi algo más allá de lo superficial. Si me dejas yo podría destapar el velo de tu angustia, podría comprender tus locuras y al mismo tiempo ser parte de ellas, déjame aprender de ti y de tu alocada forma de vivir la vida. 
Advierto de que es el temor el que rige tus sentimientos, es el juego que siempre ganas, es la duda que evita a que me pienses, es el fuego que enciende el olvido, es el mar que se lleva tus ansias, es el tiempo que te hace desaparecer, es la vida y sus misterios, es la muerte y su sendero que no me permiten estar contigo. 
Hoy como tantas veces amanecí con el miedo pendiendo de mí, con mis cartas que día a día se mueren en mi lecho y se pierden en la vehemencia, pero mis palabras son más fuertes y solo las quiero guardar en algún lugar de tu memoria, para ver si así logro que comprendas mi locura, mi religión y mi vida. 
Mientras el lumbral de tu sencillez aflora, me dejo llevar por los sutiles encantos que tu mirada provoca, el color de tus ojos se asemejan a los míos, tus abrazos encajan perfectamente en mi cuerpo, pero tus pensamientos me reflejan como un loco, que solo vive del amor y de incógnitas exiliadas…
Tengo textos y frases que son indiferentes a la luz del día, y que también se esconden en el misterio de la noche, pero que guardan secretos y momentos de reflexión y suplicio. 
Estoy desarmado, me siento agotado, pero todavía me quedan fuerzas suficientes para seguir en la guerra de la ilusión, que nace y se suicida porque sabe que a fin de cuentas va a morir, pero lo único que le importa es conocer la felicidad y reposar con una sonrisa que burle al Dios de lo eterno. 
Así será por siempre, mis interrogantes estarán pendiendo de tu pensamiento mientras ahogo el castigo de tu adiós, que al mismo tiempo idolatro una pasión que desconozco, pero que aliento con fervor. 
Después de tanta espera perdí el juicio, la muerte fue testigo de mi impaciencia y el cansancio me hacía acelerar mi respiración que solo era el presagio para saciar mi escondido letargo.
Y así pasaran los días y con el tiempo las flores volaran en los terrenos baldíos de mi alma, las esperanzas nacerán a la espera de un corazón noble y mis latidos perderán intensidad, pero sus formas de amar seguirán intactas.