viernes, 28 de diciembre de 2012

Te espero

Mi impaciencia se sujeta de una esperanza, de unos ojos que aún no veo pero que llego a imaginar. Te espero mientras escribo versos en tu ausencia no planeada, y voy caminando a solas acompañado de ti, buscando en los detalles alguna señal de tu reflejo. Te veo a lo lejos, a kilómetros de distancia, como un espejismo brillante que se dirige hacia mí, marcando en sus pasos el motivo perfecto para seguir esperándote.
Te espero desde hace siglos, desde ilusiones pasadas y encadenadas a momentos nunca antes vividos. Me acoge un sentimiento que permanece escondido en el alma, que se adelanta al tiempo e intenta imaginar que estás aquí a mi lado, esperándome en la sombra de un mundo perdido por ojos adormecidos y usualmente equivocados. Te espero sin darme cuenta de que el tiempo se detiene, y contrae estas ganas de querer buscarte entre los pasos de una sociedad anclada a la rutina. Mientras la vida continua, yo te sueño y te hago un espacio en el almacén de mis anhelos.
Te espero en silencio y con una serenidad ansiosa de ti. Me paso imaginando tu figura, tu rostro, tus facciones, tus movimientos, sin embargo, eso no me preocupa, porque sé que te reconoceré cuando te vea al frente de mí. Te espero oyendo una voz que nunca antes había escuchado, que pronuncia palabras que juegan con mis vientos y me advierten de que sea paciente, pues cada día que pasa estás más cerca de lo que imagino. 
Te espero mientras trato de espantar estas manías de querer perderme en un sinfín de momentos contigo. A pesar de que mi postura y convicción solo se aferran a la intención de esperarte, el tiempo sigue conspirando para que eso no sea posible. Te camuflas en almas inocentes, vivo mentiras disfrazadas de verdades, y escribo historias en donde aún no existes, pero en las cuales, en esencia, tú eres la protagonista.
Te espero en las costas de mis sueños, en las veredas de mis interrogantes, en la plaza de mi soledad. Sin embargo, se me hace imposible responder a las preguntas de tu futura llegada. Te espero, simplemente te espero, con las manos abiertas y el corazón forrado de una ilusión de acero, y con unas ganas inmensas de amarte y de contarte todo lo que viví en mi locura de esperarte.
Mi tiempo está obsesionado con tu llegada, he guardado días, horas y segundos para cuando llegues. Tengo mil y un frases con tu nombre que todavía desconozco, pero que hablan solamente de ti. 
Te invento cada vez que el cansancio coopera para sentirme solo, y en mi teoría de tu existencia nombro tu vida como el eslabón que necesito para darle vida a la mía. No tengo miedo de morir en mi intento de esperarte, porque más allá de mi vida, habrá un ángel que vendrá para reponerme en mi deseo inmortal en la búsqueda de mi otra parte, que es tuya.
Le he hablado a todos sobre de ti, porque a pesar de que todavía no llegas, algo me dice que muy pronto lo harás, y yo estaré ahí para abrazarte y besarte como si ya te conociera, como si el destino supiera que yo soy para ti, como tú eres para mí. 
Y así seguiré con este afán de esperarte, la desesperación no me llegará a consumir, pues mi ganas penden de un estímulo que se encuentra atado a tu sonrisa que imagino a diario. Aún no te conozco, pero te sigo esperando…


martes, 6 de noviembre de 2012

Tu llamado

Eran las cuatro de la madrugada cuando desperté. Mis ojos eran frágiles por el cansancio, mi latido volvía a recuperar su ritmo y de pronto recordé, entre sueños, que volví a escuchar tu voz perdida en mis recuerdos. Amanecí con pensamientos dedicados a ti, no tenía sentido, hace mucho que en mi mente no eras protagonista. De solo hacerlo los nervios se apoderaban de mi cuerpo, y el temor de volver a verte se reflejaba en mis mejillas.
No entiendo por qué aquella noche tus fantasmas visitaron mi desvelo. Sin previo aviso te adueñaste de la revelación de mis sueños, renaciste en mí y fue allí en donde encontraste estadía. 
Fue un llamado tuyo que se prolongo por muchas noches, alterando y despertando sentimientos semidormidos; por más que trataba no podía escapar de tu aroma, de tu sombra, de aquellos restos de cariño que dejaste en mí. Creí que era libre de tu amor y propenso a buscar una nueva compañía. Pero el tiempo no cumplió el tratado de poder olvidarte, me mintió descaradamente y pintó historias en las cuales me hacía creer que ya no formabas parte de este corazón ingenuo. 
Con el tiempo, por las  noches, tus llamados eran más fuertes e inevitables. Aquellos momentos que fueron escritos con tus besos y que hoy solo leo en mi imaginación, condenan a mi alma a tratar de sobrevivir en un mundo de mentiras e inseguridades. Allá afuera, donde las aventuras dejan un vacío cada noche, mi silencio convoca tu presencia y manifiesto todo tipo de emociones frente a una imagen que conserva la misma sonrisa desde hace siglos en mi mente. 
Mi verdad hoy se viste de mentira, todo lo que alguna vez quise sentir solo se encuentra en ti: en tus ojos, en tu cabellera, en la fragilidad de tu piel y en aquel lugar donde se esconden nuestras almas, perdidas en el limbo del arrepentimiento. Mis ansias recorren un destino que tiene tu nombre, mi cuerpo extraña tus caricias y mis labios sueñan tu regreso.
Pero cómo saber si sigues siendo tú, la chica que conocí una tarde de caos y de soledad... Preguntaré a las personas que nos veían en los parques o en las calles, visitaré los lugares en los que solíamos caminar. Tal vez has cambiado, pero mi subconsciente se rehúsa a creerlo, pues mis ojos y mi mente aún tienen grabado un retrato especial de los días que tú y yo compartimos. 
Ya no puedo esconder toda esta locura que cada día me distancia y al mismo tiempo me lleva volando hacia ti. Vivo cautivado de una luz, de un recuerdo, de un ayer que hoy cobra sentido y me obliga a regresar para confesarte lo mucho que he callado en mi ausencia. Quisiera pedirte perdón, decirte que jamás debí alejarme, que debí escucharte y ser más compresivo cuando te reclamaba algo injustamente. Mi intención jamás fue querer olvidarte. 
Volver al pasado me deja marcas de dolor y de angustia, es aferrarme a algo que debió morir con el adiós que pronuncio un Yo orgulloso y egoísta. Sin embargo, mis motivos cuelgan de tu alma, y en ese pasado perdido entre historias y recuerdos, se esconde un amor que ha resucitado y que hoy quiere regresar, pues sabe que allí te encuentras tú, con el remedio que necesito para poder respirar como lo hacía antes, como en aquellas épocas cuando solía vivir abrazado de tus sentimientos.



domingo, 28 de octubre de 2012

Desasosiego

Tengo el miedo deslizándose por mi sombra, ocultado entre el ayer y en las tardes que hoy se sujetan a un cielo que sigue sin perder color. Aprendo del frío a no ser tan sumiso, y también a volverme inmune ante esas miradas falsas que solo pretenden opacar un alma que oculta en sus pupilas, el veneno mortal del amor.
Fue la noche que sin envidia despojó esas sensaciones, aquel desequilibrio que nos vuelve vulnerables ante cualquier cambio repentino, ante esa intranquilidad que perturba nuestro tiempo, o por el nerviosismo innato de algún adiós sin razón. Y así, la misma soledad como aliada es solo una jornada, un descanso, el silencio que enseña a la conciencia a no desaparecer en nuestro propio recuerdo. 
Hoy el viento no está amargo conmigo, respiro aferrado a la vida, y es que hacerlo reduce la angustia de querer indagar en el pasado para rescatar a aquel hombre que tal vez aún siga con vida. Quizás el cansancio se apiadó de mí, pues las voces que solían llamarme por las noches cada vez se oyen menos. Y entre pasos veo cómo una huella desaparece, en silencio descubro un atajo a orillas del recuerdo, y quizás estás más cerca de lo que pienso, pero aún no me atrevo aceptarlo. 
Suelo pensar en ti y en mis ratos no puedo evitar dibujarte en cada rincón de mi mente. Trato de interpretar tus palabras, pero me pierdo en tus frases, cortas y sinceras. Continuas hablando, te respondo con una voz silenciosa, y mientras la melancolía me seduce, te obsequio la expresión de mi alma: mi sonrisa, y le demuestro a mis fantasmas que hoy soy más fuerte gracias a ti. 
Sin embargo, y a pesar de todo aquello, no quiero aferrarme a este juego injusto que siempre pende de un hilo al estar cerca de tus labios, así como un «te extraño» carente de valor, como una simple frase en la cual no se pueden rescatar los suspiros sinceros del alma.
Cómo saber si tú eres como yo te veo, tan hermosa y a la vez tan sencilla. Tienes el talento para atraer mi mirada y hacerme caer en el atardecer de tus ojos. Sin embargo, la experiencia me dice que controle mis pensamientos y evite fantasear un amor sin siquiera haberlo conocido, pero la duda me gana y me incita a saber esas inquietudes, pues lo único que quiero es descubrir cómo eres por dentro.
Tu tristeza no puede ver el lado amable de mi alegría, se mantiene cegada y oprimida, piensa que es libre pero olvida que es esclava de su propia existencia. Será mejor que lo olvides, pues ya no hay más pretextos que tu propio silencio.
Sin pensarlo veía cómo el tiempo justificaba tu compañía; trataba de agonizar los minutos, las horas, para contemplar, con detalle, momentos que tal vez nunca más vuelva a ver.
Aún no encuentro el modo de poder minimizar la duda, como la falta de confianza que brilla por su ausencia cuando en tus palabras no percibo ningún significado, o tus encantos disfrazados de egocentrismo, tu mirada tan sincera pero a la vez tan indescifrable, me obligan a ahogar mis ganas e ir a buscar un nuevo anhelo.
Parecía fácil pero lo real hizo que mi desasosiego altere mis sueños. Mi única intención fue quererte sin pensar tanto, amarte sin dudar a que me hagas daño, y poder volar nuevamente, protegido con tus besos, enredado en tus abrazos, y guiado por tus ojos para encontrarle color a este mundo tan opaco.
Tal vez me dejé llevar por la falta de compañía, me cegué repentinamente y escondí el temor que prohibía abrir el corazón a alguien más. Y así te descubrí en mi negación de encontrarte, empezamos a jugar a estar solos, me ate a tus locuras e hicimos de la ironía una razón para burlarnos de la vida. Me perdí en tus detalles, en tu sutil encanto, hoy te sigo pensando, pero cada vez menos. Todavía sigues tatuada en mi alma, en mis desvelos, pero estoy seguro que mañana o más adelante, serás sólo un recuerdo.



domingo, 14 de octubre de 2012

Percepción

No reconozco con certeza el lugar en donde ahora me encuentro. El cielo está de un color que no logro descifrar. Percibo, con asombro y pena, que la naturaleza empieza a perder sentido. Y son las calles que cobran una nueva sucursal.
El frío me abraza, me habla, pero la sutil magia de mi piel retrasa su intención. Mis instintos me delatan, me descubren, pero basta con solo quedarme en silencio para descubrir los detalles que alteran y cambian a mi alrededor. Oigo un susurro armónico que se prolonga a lo lejos, allá, donde el ocaso muere en el intento de ser noche y el mar se proyecta como un sueño ante mis ojos, para gritarme algún recuerdo que murió en mi melancolía. 
Mi sombra se esparce en una oscuridad desconocida y deshabitada, mientras que mis interrogantes nacen con un lápiz y una hoja de papel. Mis nervios se rompen y me vuelvo inmune antes algunos sucesos, mis manos se congelan y mis pupilas se dilatan, mi mirada luce cansada, con ganas de dormir y de soñar despierto.
Mi percepción del mundo se hace añicos y se regenera, la realidad cada vez es más absurda, sin sentido, vaga e inquieta. La indiferencia convoca miradas cegadas por el miedo, cautivadas por una causa perdida o por una voz sin decir lo que en verdad siente. Sin embargo, el amor no pierde textura, fluye voraz y verdadero, mientras almas honestas alimentan el futuro. 
Me encuentro perdido en los suburbios, en mi autoridad, en este momento tengo miedo de ser encontrado, miedo a que descubran mi sosiego. Tal vez sea fácil oírme en mi silencio, pues en mis gestos y en mi mirada, se encuentran más palabras de las que podría yo decir. Ahora comprendo que suelo ser frágil, aunque no pretenda serlo.
Tratar de comprender el mundo no es más que una odisea constante, y vivir en soledad es enfermarse de un complot de ideas, como una estafa al inconsciente, o como si se llevaran lo que siento y que entre gritos mi suplicio no se oyera. 
Me siento como un libro perdido y maltratado, con el recuerdo magullado y lleno de historias sin ser contadas. Pero bendecido con un amor de una fortaleza implacable y con frases que cada día se mueren en mi memoria por temor al odio ingenuo de almas inconscientes, débiles al sufragio de mi llegada, pero fuertes al exilio de mi despedida. 
Queriendo interpretar esas voces que juegan a ser verdad, se pierde la claridad en las almas de las personas, y cada vez su piedad es menos. Y como siempre, el más inocuo y vacío testamento ganó la apuesta de la vida, la suerte jugó a su favor mientras que las sorderas del entorno contagiaron la belleza que dejó en sus huellas.
Frente a ese yo que no soy yo, busco en sus miedos, en sus fortalezas, alguna señal de vida, de aliento, pues he conservado en mis pensamientos la razón a las tantas sinrazones que dejé de lado en su momento, para poder morir y revivir en mi propia vehemencia. 
Aunque el sueño y mis ganas no compartan lo mismo, sigo en las mismas vías que solo yo he recorrido, olvidando el pasado que se esconde para aliviar el presente, mi verdad se vuelve ajena a mis locuras que hicieron que me desprenda de la tan infame y villana hipocresía que, entre voces, descubrí a mi alrededor.
Así como las cartas que un día jugué, el resultado siempre fue inesperado. Accedí a almacenar estos recuerdos en hojas de papel, que aunque se pierdan de mí, están ahí, vivos y reacios, esperando a ser leídos o recordados, pues como cualquier juramento, una promesa de vida se esconde en sus párrafos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Desprenderse

No recuerdo con detalles cuándo fue la primera vez que cruzamos las miradas, creo que todo empezó como un juego, intercambiando palabras, bromeando de cualquier cosa. Frecuentemente y sin proponérmelo, me encontraba contigo, y a los pocos días mi interés por ti empezó a crecer. Te veía diferente, resaltabas ante mis ojos, y ya no podía evitar querer estar cerca de ti. Adoraba caminar a tu lado, conversar de todo un poco, conociéndonos cada vez más y despejando las dudas entre nosotros que aclaraban la vía a un nuevo sendero. 
Era interesante escucharte, responder a tus interrogantes que se daban en tu vida cotidiana, saber tus sueños y las metas que querías alcanzar. Memorice muy bien cada una de tus frases, las cuales siempre llevo conmigo y recuerdo con tanto cariño. Tu risa adorable, tu gran sentido del amor y tu sencillez, fue lo que me cautivó de ti. Si hay algo que valoro mucho es la espontaneidad de las personas, y tú siempre eras así como te describo.
Las llamadas inesperadas que nos hacíamos me dejaban un sabor dulce antes de dormir, sobre todo las largas conversaciones en donde siempre había algo nuevo de qué hablar y de qué reír. Veíamos llegar la noche con un abrazo que para mí era eterno, y las miradas escondidas, aquellas que dicen mucho aunque sean en silencio, así como las preguntas que respaldan el cariño, y los celos, la señal más clara de que cada día pensaba más en ti. 
Fuiste distinta al resto, sobresaliste de una manera que aún no logro comprender, y cada vez que lo pienso, sonrío sin darme cuenta. A veces creo que sé lo que siento, y pienso que es así, pero no es totalmente cierto. Suelo tratar de retratar todo lo que sucede, pero luego aquella imagen solo se vuelve un recuerdo, a veces alegre por haberlo vivido, otras triste por no seguir viviéndolo. Llegaste a mí en un momento en donde yo no tenía nada claro, en donde solo andaba por andar y dejaba que mis pensamientos me guíen y mis textos relaten mi futuro. Mi pasatiempo era volar de vez en cuando, pero desde que te conocí, lo hacíamos juntos sin mirar más allá de lo que yo ya presentía.
Mi soledad, que aunque por aquellos días se empezaba a desvanecer, aún me mantenía acostumbrado a esa condición, que cuando sucedió lo nuestro fue tan raro, tan tierno. El sentimiento ya tenía otros planes, moría por aferrarse y ser parte de una nueva historia. Sin embargo, yo sabía que no era el momento adecuado, y aunque no tenía claro el por qué, accedí a aquel refugio de mi ausencia y volteé la página cuando recién íbamos en el primer párrafo de nuestro relato. 
A pesar de eso, mis pensamientos seguían pendientes de ti, me dolió mucho seguir mi camino solo, sabiendo que podía hacerlo abrazado de tu compañía. Pero, ahora, viendo las cosas con más calma, creo que fue porque sentía algún miedo. Y aún sabiendo que eras muy sincera conmigo, algo me hizo retroceder y quedarme en donde había estado por mucho tiempo. 
En la vida solemos cometer errores, y dejarte ir fue uno de esos. Aunque también lo hice porque no me sentía listo, habían muchas cosas que quería arreglar conmigo, quería recuperar el equilibrio que había perdido en mi vida, y yo tengo claro que cuando quieres amar lo haces cuando te sientes listo, no cuando te sientes solo. Y eso fue lo que pasó. Dejé que vueles con mi alas, decidí dejar volar este amor que se llevó una parte muy grande de mí, pero que dejó un lecho fértil para que más adelante tú seas feliz con alguien más.
Sé que quizás fui un poco egoísta, sé que no debí desprenderme de ti si recién el futuro nos abría sus puertas. Pero yo, en un arrebato de locura, con razones y sin ellas, decidí cerrarla, pero sin seguro, porque quizás en algún momento te vuelva a encontrar, y tal vez nuestras vidas se enlacen de nuevo, porque, quiero creer la posibilidad, de que tú aún también me recuerdas.

domingo, 5 de agosto de 2012

Amor pasajero

Continuo con el mismo engaño que solo aflora entre las más sórdidas y escondidas manías de respirar compañía. Me abasto con el calor de tus manos, pero no alteras mis emociones. No pienso cada paso que doy, solo me dejo llevar y encarcelar por tu mirada. Contigo vivo un futuro opaco, una aventura de momento, aquellas que nacen hoy y mueren mañana con una simple despedida. 
Busco entre tus besos alguna esperanza para invocar mis sentimientos en los rincones más desiertos de tu alma, de albergar mi amor en tus sueños y descubrir que eres diferente al resto. Sin embargo, hoy estás conmigo compartiendo un mismo destino y mañana solo somos dos perfectos desconocidos.
Detesto absolutamente todo este cuento que carece de motivos, todo este juego ingenuo y masoquista que pretende reemplazar lo que alguna vez sentí, lo que es tan difícil de explicar a voz emotiva, lo que solo puede ser descrito por la poesía a puertas del enamoramiento. 
Hoy en día me visto de ironía para evitar el lado oscuro del amor aunque también me pierda de sus más gratas alegrías. No es fácil ocultarse y ser invisible ante toda esta magia que resulta ser solo un espejismo de lo que anhelamos sentir. No es fácil encontrar un alma que seduzca a mi soledad hasta llevarla kilómetros de mi vista, para así descubrir un corazón perdido entre las apariencias y ante el olvido. Y aunque el cambio le afecte por completo, por ahora no deseo algo como eso, por ahora ella es mi más confiable amiga. 
Sentirse acompañado y a la vez tan solo, es sinónimo de dolor, de vacío, de ausencia. El miedo de estar así cada vez es mayor y menor en cierto grado, pero como tantas cosas en la vida, saber cuando llegará el amor es algo impredecible.
Morir soñando sería morir enamorado, y al mismo tiempo sería inmortalizar tus sentimientos, pues cuando llegas a amar, completas el círculo espiritual que tu alma necesita. 
De manera hipócrita ya no hay penas, no hay reclamos, no hay lamento alguno que juzgue tus acciones. No hay dudas, no hay engaños ni traiciones, solo hay un lazo abierto que pretende unirte al silencio de un ser sutil y ajeno a tu realidad, y si tu frialdad no resiste a los encantos que hay detrás del cariño, descubrirás inconscientemente una nueva ruta que jamás pensaste en recorrer.
Buscamos la alegría en las virtudes que nos ofrece el afecto de aquel ser especial, pero nos cegamos con un gesto o una simple mirada, no nos toma ni un segundo en pensarlo, pues ya estás ahí, de nuevo, con la ilusión a cuestas, arriesgando lo que sientes con alguien que desconoces, con un amor de aquellos, con un amor farsante, con un amor pasajero…
Este es el amor condenado a morir en la más suculenta y desapercibida agonía, es solo un pasaje, una simple apatía. No debería ser llamado amor, pues, no es más que una ilusión que se pierde con los días.


martes, 10 de julio de 2012

Invierno

Me cohíbe la angustia y la soledad del invierno, la lluvia incontrolable me aturde y el insomnio no me deja dormir. Me secuestra el pasado, me reencuentro con ella. Soy un rehén ante sus ojos, me envuelvo otra vez en sus caricias, en sus palabras, y en esa forma tan peculiar y única que tiene de prolongar mi sonrisa. 
Te sigo escribiendo, en secreto, deliberado, bajo la sombra de este árbol desconocido y a la vez solitario. Donde sea que me encuentre mi intención es la misma, busco la forma de perderme a solas, de exiliarme del mundo para plasmarte a través de algún pensamiento. 
Me escondo del presente al convocar tu vivo retrato, limpio, noble, y te hablo, ajeno, cuando el silencio es mi único sonido. Todo es tan vivo, tan intenso, que siento que me dices al oído los momentos que los dos hemos creado, y me encadeno a ese instante, con tus besos que son mis llaves y la luna de testigo, y a este amor que ya tiene vida propia y que se rehúsa a morir en tu exilio inesperado.
El tiempo no ha reflejado tu ausencia, ni la mía, ni la nuestra. Yo sigo recordando, ocultando sentimientos, pensando en los motivos y posibilidades que hubieran existido si mi letargo no hubiera impedido el comienzo de esta pesadilla que enfría cada una de mis emociones. 
A oscuras me digo: «Sigue, nadie te ve, solo tu consciencia te aconseja, aunque tú evades sus avisos. Ponle freno a esta historia, ponle fin y no la escribas de nuevo».
Con calma me deshago de aquellos escritos en donde retraté, con la inocencia de un corazón joven, los recuerdos de un entonces que ya caducaron. He desgarrado con ellos el alma de lo que un día existió y que te entregué a escondidas.
Sigo aquí, despojando mi delirio, mientras tus labios aclaman por otros besos y mi lamento no deja de soñar con tu ansiado regreso.
El lado más triste se congela con mi añoranza, convergen la ansiedad y cada uno de mis temores. Atrapado en el túnel de tu juego me vuelvo débil, indefenso, solo queda adaptarme a tus reglas, a tu sutil manera de desaparecer cuando te veo. Todavía no puedo romper ese lazo que me mantiene atado a ti, sigo con la esperanza en mis manos, con la señal en tus veredas y con una voz que no se calla y repite constantemente tu nombre.
Este engaño que me hace la vida no ha narrado con la verdad ni con detalles, la historia que alguna vez refugió, en su calor, el amor y la dicha que no dejaban ver el otro lado del camino. Hay algo más allá que nunca lograré saber, hay tantas preguntas pero pocas respuestas. Hay tantas locuras de mi parte, tantos hechos que estoy seguro aún recuerdas. Hay un puente en mis sentidos que no quiere romperse ni sentar cabeza, tal vez exista un corazón ajeno que cambie el rumbo de todo lo vivido, y que haga que el dolor no sea más que el fruto de la experiencia.
En mi pudor y en mi sosiego conservo la magia y la realidad del alma de un momento que, hoy, es fantasma en tu indiferencia, pero que sigue viviendo en la herida de mi nostalgia. No comprendo cómo pudiste olvidar que mi consuelo iniciaba en tus manos y en una sola mirada, ya no hay sol en esta época del año, ya no hay luz que abrace este amor que tengo ni algún motivo en el cual creer, ya no respiro como ayer, ya no consigo ser el mismo de antes...
Cuando tengo la dicha de verte siento un frío en cada una de tus palabras. Me contengo en silencio y refugio mi vehemencia, y aunque mi conciencia no se canse de negar lo evidente, la realidad me dice que ya te perdí.
Y en este invierno que necesito tus abrazos, tus besos y tu calor tan milagroso, he perdido el orden en cada uno de mis pasos, me he salido del camino, he perdido totalmente el control, ya no tengo un equilibrio, ya no puedo volar como lo hacía antes. Contigo dejé mis alas, ya que por más que las busco no las logro encontrar.
Cada vez que siento una ilusión como en aquellos días, me caigo, el peso de tu recuerdo es el culpable, es infinito el golpe, el daño inmerecido. La soledad siempre está presente, la melancolía es solo una amiga que perdió la suerte, y yo, una vez más, me encuentro escribiéndote bajo este árbol en donde te besé y te abrigué con tanto amor cada noche de este frío y ahora, solitario invierno.

sábado, 30 de junio de 2012

Soy

Soy el punto de partida que no ve el final, que descubre un nuevo camino para volver a empezar. Soy la sombra de tu vida con la intención de solo ser un ángel más. Soy ocaso de palabras, una señal intermediaria en la cumbre de tus ideas. 
Soy mis días de noche, el cuento que nadie ha leído, la historia que nunca pasó. Soy el libro que anhela ser escrito, el dibujo que aún no ha sido ilustrado, el sueño que no se ha soñado, la muerte que aún no encuentra solución. 
Soy el mar que espera abrazarte, la ráfaga que va de prisa, la promesa que se cumplió. Soy el viaje que no tiene retorno, la espera sin paciencia, el frío en el verano, el calor en el invierno. 
Soy un mendigo con sentimientos de oro, soy un teatro vacío aplaudido por cada acción detrás del telón. Soy la respuesta a todas tus dudas, a cada una de tus interrogantes en los delirios del corazón. 
Soy la alfombra que cuida tus pasos, la medicina de risa en tus momentos de enojo y de arrebato. Soy la esperanza perdida que abandonaste por alguna decepción que te mantiene atada al pasado.
Soy el silencio en tu voz, en tu ira y en tu exilio después de cada perdón. Soy el miedo que no intimida, la gota de lluvia que apaga el dolor.
Soy el juego que nunca termino, que dejo a medias y luego olvido. Soy una estatua, callada y observadora, firme y con un testamento de momentos y de recuerdos. 
Soy el canto que mi mente grita por las noches, tan fuerte y callado que invoca a la reflexión. Soy el eco del viento y el parpadeo después de cada sorpresa. Soy esclavo y juez de mi propia conciencia, amo de lo que siento y súbdito de mi tristeza.
Soy un soñador de día y creador de historias por la noche. Soy un alma cansada de batallas sin honores, de cuentos y mentiras que la incitan a volar a otros senderos. Soy libertad en mi pensamiento, el color de la verdad, y la mirada eterna de un amor inmortal.
Soy la moneda que te da algo a cambio, soy un sueño del ayer, un recuerdo nublado. Soy el fantasma de un amor abatido, soy el miedo en un puñal con el dolor en el olvido. Soy esa metáfora que te deja pensando, soy alegría, soy llanto. Soy el ángel o el diablo, como el mismo edén o el mismo calvario.
Soy aquel adorno que nunca miras, que anda escondido esperando compañía. Soy esa frase que siempre recuerdas, que te devuelve las ganas y en tu mente conservas.
Soy las huellas que dejo en el camino, las marcas que me hice sin recordar que ese mismo dolor ya lo había vivido. Soy ajeno y amigo de tus abrazos, de tus besos y de las formas de enamorar que demuestras sin pensarlo.
Soy el duende de tu inocencia, el compañero invisible que aún recuerdas. Soy la piedra que salta por los ríos, el horizonte que no veo y luego imagino.
Soy un principiante amigo de la suerte, un heredero de misterios y de momentos no vividos, de historias sin final y de versos infinitos. Soy el enigma encerrado en tus pupilas, los gestos que conservas después de cada despedida.
Soy un cómplice de la luna, un intruso de la noche. Soy esa nostalgia cuando el ejército de estrellas adorna el crepúsculo.
Soy un texto perdido entre hojas muertas, un poema que escribí de niño cuando la inocencia se dejaba llevar por el sentimiento sincero de enamorarse a primera vista. 
Soy un muérdago en noche buena, soy esa luz de la condena. Soy esa corriente de las olas del mar que arrastra lo bueno de la vida, dejando los pesares a cuestas de la orilla. 
Soy aquel contrato que debo cumplir, con la única ley que son mis principios, y mi firma mis acciones que despojo a escondidas entre la continua rutina de almas desconocidas.
Soy lo que he leído, lo que he escrito, soy lo que he esperado, soy lo que he soñado…



sábado, 23 de junio de 2012

Deliberación

Solo queda el silencio y las miradas conspiran para ver el futuro que aún es incierto, actuemos más y pensemos menos, tal vez así encontremos la solución a nuestros dilemas. 
En una alteración de la rutina, te muestras muy serena, pero al mismo tiempo siento cómo vas cambiando el curso de lo que alguna vez fue importante para ti. Comienzo a desfilar por el borde de tu locura, no me concentro, no puedo ver hacia ambos lados, solo dirijo mi mirada hacia donde tú te encuentras sin pensar en que pueda morir. 
Sería innecesario que trates de buscar en el calendario el día en que tú y yo nos conocimos, pues solo nos basta con saber que sucedió. Me doy cuenta de que mis frases caducan a tu espera, es el miedo que provocas al no querer escucharme detenidamente, pues mis palabras suelen ser agonizantes pero, llenas de vida. Tómate un tiempo para descifrar la savia que hay en ellas.
Al culminar el naufragio voraz de tu duda te alimentas de mi verdad, pones a prueba mis intenciones cada vez que me oyes hablar, oigo tus pasos pero nunca te veo llegar, el encanto de tu exilio se ve opaco con solo pensar en tu desganada manera de actuar, de refutar el interés que de por sí, solo llega a ilusionar.
Todavía tengo una deuda pendiente contigo, que nace en mi pasado y arriba en los puertos del futuro. Aunque tú no lo sepas, suelo perderme en los campos que abrazaron nuestra historia, y ahora después de tanto tiempo, sigue intacta tu esencia, con la misma energía de ayer pero sin la esperanza que irradiaba tu sonrisa al tenerte cerca. Hay una motivo que cuelga de tu cuello y del mio, hay un recuerdo que me hace fuerte y a la vez muy frágil, haciéndome unir aquel lazo que aparentemente vive en nuestro silencio.
Mientras me pierdo en las calles lúgubres, sucias de alma, inauditas de amor, necias de pensamientos y ausentes de corazón, trato de escabullirme en mi sosiego con mi tan perfecta compañera la soledad, la cual me reclama que te diga que tus sentimientos están a salvo en un corazón que evitará cualquier tipo de decepciones. 
La dictadura continúa, el egoísmo hace acto de presencia mientras me robas algo de inspiración, aunque solemos cruzarnos, no nos vemos el rostro, estamos en el mismo lugar pero a la vez tan distantes, me conoces tanto pero yo no te conozco…
De un momento a otro el calor encumbre mi rostro, el rojizo pinta mi tez, las miradas me invaden y una vez más empieza mi condena. Se vuelve una costumbre respirar el aire de la melancolía, es doloroso y al mismo tiempo placentero, pero lo más agobiante es que me hace perder en tu niebla, esa, la cual no me deja ver con claridad las huellas que retrato en el camino. Doy media vuelta y simplemente no encuentro nada. 
Ya no sé qué hacer con este estilo de vida, no dejo de respirar versos, no dejo de respirar ironías. Me pusiste en ese plan de querernos a escondidas, colocaste una línea entre los dos para separar los sueños de la realidad y la fantasía. 
Al no resolver tus dilemas le quitas la intención al corazón, corrompes mis ganas al hablarme por hablar, al mirarme por mirar, sin demostrar nada, sin percibir en mi algo más allá de lo superficial. Si me dejas yo podría destapar el velo de tu angustia, podría comprender tus locuras y al mismo tiempo ser parte de ellas, déjame aprender de ti y de tu alocada forma de vivir la vida. 
Advierto de que es el temor el que rige tus sentimientos, es el juego que siempre ganas, es la duda que evita a que me pienses, es el fuego que enciende el olvido, es el mar que se lleva tus ansias, es el tiempo que te hace desaparecer, es la vida y sus misterios, es la muerte y su sendero que no me permiten estar contigo. 
Hoy como tantas veces amanecí con el miedo pendiendo de mí, con mis cartas que día a día se mueren en mi lecho y se pierden en la vehemencia, pero mis palabras son más fuertes y solo las quiero guardar en algún lugar de tu memoria, para ver si así logro que comprendas mi locura, mi religión y mi vida. 
Mientras el lumbral de tu sencillez aflora, me dejo llevar por los sutiles encantos que tu mirada provoca, el color de tus ojos se asemejan a los míos, tus abrazos encajan perfectamente en mi cuerpo, pero tus pensamientos me reflejan como un loco, que solo vive del amor y de incógnitas exiliadas…
Tengo textos y frases que son indiferentes a la luz del día, y que también se esconden en el misterio de la noche, pero que guardan secretos y momentos de reflexión y suplicio. 
Estoy desarmado, me siento agotado, pero todavía me quedan fuerzas suficientes para seguir en la guerra de la ilusión, que nace y se suicida porque sabe que a fin de cuentas va a morir, pero lo único que le importa es conocer la felicidad y reposar con una sonrisa que burle al Dios de lo eterno. 
Así será por siempre, mis interrogantes estarán pendiendo de tu pensamiento mientras ahogo el castigo de tu adiós, que al mismo tiempo idolatro una pasión que desconozco, pero que aliento con fervor. 
Después de tanta espera perdí el juicio, la muerte fue testigo de mi impaciencia y el cansancio me hacía acelerar mi respiración que solo era el presagio para saciar mi escondido letargo.
Y así pasaran los días y con el tiempo las flores volaran en los terrenos baldíos de mi alma, las esperanzas nacerán a la espera de un corazón noble y mis latidos perderán intensidad, pero sus formas de amar seguirán intactas.



jueves, 31 de mayo de 2012

Alessia

Cada mañana Alessia se despierta con los labios resecos, con su manta favorita entre sus brazos casi rosando el suelo, su almohada plasmada de sueños opacados por la sombra de su inocencia, y en su velador una foto fantasma de cuando era una niña. En su habitación, sus muñecas están guardadas en cajas, maltratadas, totalmente sucias, y sus peluches se encuentran llenos de polvo. Sin percatarse, el tiempo creció así como ella, y como una joven enamorada, su corazón se dejó llevar por las ilusiones, y la inexperiencia de su amor tomó decisiones sin el permiso del pensamiento. 
En plena madrugada el insomnio le hizo compañía, y en un estado de melancolía se acercó a la ventana, y mientras miraba el cielo buscaba entre sus estrellas algún deseo que le haga retroceder el tiempo hasta llegar a aquel instante en donde su esencia se perdió en la mentira de la infinita y traicionera oscuridad. Las horas y el miedo le hicieron perder la sonrisa, quedó confundida e indefensa ante los ojos de quienes le dieron la vida. 
Aturdida y dejando de lado los sentimientos, seguía entre el abismo de su juramento y su locura, no podía sonreír como antes después de lo que había hecho. Los días ya no eran iguales para ella: sin color, sin vida, sin sentido. Viéndose al espejo su reflejo era diferente, su voz no tenía la misma tonalidad, sus manos acariciaban con pena su frágil cabellera, sus mejillas rojas y el brillo de sus ojos emanaban miedo. 
Un impostor de aquellos que andan por la vida, se robó su corazón y algo más que eso. Encantada por caricias y por dulces palabras, el supuesto caballero descubrió las orillas de su andar, adornó el sutil templo del secreto y añoranza con su mirada y disfrazado de un amor verdadero se hizo dueño de su piel, robándose la inocencia de su alma. Después de lograr su cometido, nunca más se apareció. Alessia se sentía perdida entre los bastos y duros momentos que vivió con él. Ella lo amaba demasiado, él solo la veía como un pasatiempo. Las noches eran infinitas cada vez que se sentía sola, el frío la visitaba congelando sus recuerdos y el cariño ya no la abrigaba más.
Con la dulzura que la caracterizaba, escondió su sonrisa a espaldas del dolor y se aferró al misterio que colgaba de sus sueños mientras la luna protegía su noche de extraña confusión. Su ternura descansaba bajo sus ojos, se abrazaba a solas, no sabía qué hacer, ni qué decir, solo sentía temor al esconder secretos que la agobiaban a cada instante. En su rostro se dibujada el desdén del arrepentimiento. «No fue el momento, no debí caer en su juego», se decía a oscuras y cerraba sus ojos antes de que las lágrimas empezaran a brotar de nuevo.
A Alessia la vida se le adelantó, le dio muchos atajos pero no supo elegir el camino correcto al andar con alguien que no iba en busca de un corazón. Atrapada en el mundo que le pintó, juró todo por él, pero aun así la dejó. Ella se desvaneció mientras veía como él se iba, llevándose sus alegrías y los sentimientos que nacieron por ser su primer amor, por ser su primera decepción.


domingo, 27 de mayo de 2012

Mi custodia

Las mañanas sueles ser repetitivas, cansadas, y las horas se reemplazan y llegan del mismo modo. Mil pensamientos se encuentran atados al momento en que empiezo abrir los ojos, me dan ideas claras para percatarme de que el pasado y el presente son uno solo.
Busco en mi habitación cuadernos y libretas que olvidé con el paso de los días, tal vez allí encuentre la respuesta a cada una de mis interrogantes, pues mi corazón me dictó, con la inocencia en la mano, los secretos de su fortaleza, los cuales logré rescatar en hojas de papel. La vida y sus misterios me atrapan, y cuando quiero dialogar con ella su cielo me responde con las tenues y delicadas gotas de lluvia. Con la cabeza perdida en las nubes y la mirada en la luna, el tiempo se detiene, no siento los segundos ni los minutos, día o noche es lo mismo.
Tengo un reflejo que no sabe qué hacer cuando desaparezco frente a él, mientras el otro yo intenta permanecer de pie, se da cuenta de que él mismo es su propio y eterno prisionero.
Confiar en versos que vuelan por el aire son motivos suficientes para seguir respirando. Atrapado en un mundo donde las dudas te apuñalan sin sentido, es incomprensible. Perdido en sueños que se adueñan de tus actos y te mueven como un guerrero en su campo, tan fuerte e indefenso a la vez, es contradictorio. 
Será cierto que al advertir la compañía de un ser sutil y con alma resucitadora se podrá rescatar lo poco pero tanto que existe en el brillo de una mirada que con forma oscilante te deja inmerso en lo infinito. Contemplar en los ojos de alguien la riqueza que lleva dentro, es una virtud delicada y sumamente peligrosa.
Siempre lleva en mente que los lazos que siembras con amor se convierten en algo increíble si dejas que crezca, pero si los arrancas de un momento a otro acabarás con todo de raíz, llevándote su vida y los buenos pensamientos que alguna vez conservaron de ti.
Trato de ganar tiempo desprendiéndome de lo simple para llegar a descifrar el color real de tus pupilas y el aroma que irradias cada vez que no me ves. Naciendo otra historia en tu ausencia, confieso que conocí el horizonte en su mundo, y dejé atrás los recuerdos absurdos que me atrapaban en su corriente cada mañana de primavera. 
Todavía la duda me invade por la noche, el suplicio de su juego toma forma en la penumbra y rejuvenece su mentira al saber algo de ella. Pero los días se vuelven interminables si en nuestro rostro vive una sonrisa, nos volvemos inmunes ante los malos hábitos, y ser pacientes nos convierten en libros esperando a ser leídos a espaldas de la gente. El sol me regala el calor que necesito y despierto por encantos que logran calmar el alma. Y se siente cómo la esperanza nunca se pierde, solo se esconde y nos observa para llegar en el momento indicado. 
En sus manos quizá encuentre el equilibrio que perdí a través de los años, la ilusión tal vez está escondida en cada uno de sus abrazos. Y comienzo otra vez a correr por un camino lleno de flores que tal vez más adelante se vaya marchitar, me pongo a dibujar sueños en labios para que al final se vuelvan a secar. Lanzar palabras e involucrar promesas para que luego se pierdan en el mar del olvido. No le veo caso, no quiero eso, pero si es así, seré el naufrago de tu vida.
La soledad me cuestiona a cada instante, me prometo a oscuras y mi anhelo no se deja ver. Perdido en las sombras de los arboles, veo la rutina romperse. Los pasos de la gente no se oyen, murmullos acompañan a este extraño momento. Estar a solas es mi medicina, no me deprime, más bien me anima, pues me siento protegido al abrazar mis pensamientos.
El orgullo y la indiferencia creen estar en lo correcto. Las ironías tienen una misión, son un escudo a la decepción con ventanas abiertas para poder volar de nuevo. Las historias que comienzan sin motivo suelen ser las más duraderas. Tu suerte es real si la imaginas. No te detengas, no sientas miedo, la felicidad está cerca pero tus pensamientos te hacen estar tan lejos. Dime lo que piensas, estaré agradecido. No te haré daño, sueña conmigo. Ahora me vuelvo a perder en tus alegrías, pero esta vez sonrío contigo.



lunes, 30 de abril de 2012

Mi sombra

En mi sombra dejé los miedos que alguna vez sentí en el ayer. El mañana lo compro con el entusiasmo del presente y me burlo del pasado llevando el futuro conmigo.  Y las ganas contagiadas de las horas se adhieren lentamente a mí y a cada rincón de mi cuerpo. Por un instante dejo de lado las incógnitas del amor y las consecuencias del sufrimiento, pues hoy quiero dar un paseo en mi interior y despojar hoja a hoja las ideas que vuelan por los pasillos más desconocidos de la mente.
La tarde suele verme reposar y dormir mientras canto, me entrega el deseo de escribir cada uno de mis pensamientos. Aunque trato de refugiar mi sombra del sol, sus rayos hacen visibles recuerdos pasados que dejé en el olvido. Sonrisas muertas se liberan en el aire y escritos en mi pecho reflejan instantes de fría soledad. A mi sombra le pregunto en silencio: ¿De qué vale llorar? Si a través de la historia las lágrimas han sido invisibles a los ojos de la vida. 
Quisiera encontrar la respuesta al cambio brusco de la sonrisa, pues todo tiene un orden y mantenerla intacta debe ser nuestra ideología. 
Mi sombra me requinta pues ella ve lo que yo no veo, me señala y pregunta por qué tenemos la tonta costumbre de hacer todo lo contrario, de andar persiguiendo corazones que no destilan sentimientos, de no diferenciar lo malo de lo bueno, y le respondo, dudoso, que simplemente no nos percatamos de eso, que luego con el tiempo aprendemos y lo reconocemos, pues es un mal necesario para aprender cosas nuevas.
Con el pasar de los días vivimos hechos y ganamos experiencia, ya que la vida se adorna de momentos, de errores y juramentos, de promesas, de besos, de lágrimas y de recuerdos.
Todo aquello que ve el sol, tiene una sombra que define el pasado y marca el presente, no se cansa y sigue ante las adversidades de la naturaleza. Es parte importante del alma, conserva la esencia de nuestro cuerpo y se aferra a su dueño, es fiel como un perro, tímido como un niño, juguetón como un bebe e indomable como una fiera. 
Mi sombra guarda íntimos secretos, sale de día y se esconde de noche, pero siempre anda conmigo en el mismo camino. Me cuenta los misterios de la sociedad, difunde en mi mente la tan valiosa y dura verdad, me libera de la hipocresía de la gente y me advierte ante cualquier mal.


sábado, 21 de abril de 2012

La noche

La noche fría no comparte mis ganas de escribir, congela mis pensamientos, no me permite desconectarme del mundo ni renovar la sonrisa. Su único logro es quebrar mi piel, agudizar mis sentidos, y hacer que me pierda en las comodidades del sendero y en las angustias del ayer. 
Otra vez se fue el sonido y en mi espacio gobernó el silencio, y en un descuido quedé desnudo ante esos enigmas que te caracterizaban. Aquellas respuestas que descubriste se quedaron en los peldaños de mi duda, y en tu filosofía no había un concepto ni un por qué a tus audaces e ingeniosos intentos.
No puedo encontrar un refugio a esa sutil manera que tienes de envolverme en tus sentimientos. Tu presencia me intimida a pesar de que no te pueda ver. Tu sombra me hace gestos, me dice a gritos acércate, llámame, búscame o piérdete.
Culpo a los sueños que como ascensor me elevan y marean hasta perderme en los pisos de tu amor, busco tu puerta, te busco a ti con ganas de no encontrarte. 
Hay historias que aún no se han escrito, hay deseos que no se han cumplido, hay ojos que han dejado de llorar, hay en las calles personas pensando en desaparecer, hay en tus labios la promesa de mis besos, y hay, también, en tu piel, el recuerdo voraz y saciable de una noche sin amanecer. 
Y es así que lanzo al viento mi protesta, mis quejas y mi suplicio, esperando que regrese del norte o del sur, aires nuevos para respirar esperanza y confianza, las cuales me robo la vida al estrellarse con el tiempo y el recuerdo inexplicable y solemne que algún día me hicieron creer en ti. Todavía veo el brillo y las estrellas que componían la belleza de tu sencillez. ¿Cómo lo hacías? Me pregunto a diario. 
En tu indiferencia voy volando por las calles que te ven despertar, te imagino soñando y recibiendo la luz de la mañana con una sonrisa. Sé que tal vez no puedas seguir las huellas de mis pasos, entiendo que tu alma sigue atada a un corazón que no te deja ver. Quizás sí estuviste enamorada de él y es por eso que el pasado te acecha constantemente hasta confundir tus sentimientos, pero recuerda que no es bueno vivir de recuerdos. Por eso mírame, respírame, abre los ojos y despierta, no por mí, sino por ti.
Aunque tu orgullo no permita segunda parte entre los dos, tengo en mis mañanas una melodía poco conocida, en mis tardes una carta que leo a escondidas, en mis noches un poema y un verso que describen los enigmas de la luna llena, pero mi día entero lo haces tú y no te tengo. 
Los minutos pasan como nubes en el cielo, comprendo la razón del tiempo y desaparezco ante la sutil ley de la vida. Me aferro a tu serenidad que conversa con mi deseo, y te veo reflejada en el mar robándome un beso apasionado, un beso de aquellos, sin fin, de esos. 
En la noche tu ausencia invade mi tiempo libre y trato de colocar mis miedos en la repisa de tu olvido. Hablo con tu recuerdo y solo me conformo con retratar el momento a base de escritos y pensamientos. 
En plena noche tus instintos obedecen lo que por naturaleza saben hacer: tus locuras contrarrestan mis intentos más sinceros y mirándome a los ojos narras el pasado con la verdad de la mentira. 
Y aunque en mis labios estés vetada, puedo expresar lo que siento con un canto acompañado de mi guitarra. Aunque ante mis ojos no estés clara, puedo decirlo con una mirada. Aunque en mi manos estés condenada, puedo escribirlo con la tinta de mi alma, con la única intención de que descifres la religión de este loco bohemio. 
Me veo resignado ante todo este universo, incomprendido hasta el extremo, adolorido por miradas, sobornado por caricias, y ahí me doy cuenta de la autonomía que tiene el corazón, que sin pedirte permiso hace lo quiere, lo que siente.
Mientras más lo pienso no consigo encontrar la respuesta, no hay siquiera algún motivo de por medio. Voy ciegamente tratando de recordar en qué momento fue que me caí y me perdí en este juego sin reglas. Encantado por la fragancia de las ilusiones comprendo que no formo parte de esta realidad, pues para tu mundo solo soy un soñador más.
Noches sin sueños, días largos y abrazados del silencio le dieron lógica y razón a tu ironía. Llegué a comprender el motivo de la soledad y a ver la libertad que tenemos de escapar de lo que hace daño, de lo que no nos deja respirar. Y si hoy me encuentras por las calles, perdido en la ciudad, no me preguntes cómo estoy, pues no sabría qué contestar...



jueves, 22 de marzo de 2012

Los sueños

Cuando el cansancio gobierna mi cuerpo y me hace caer rendido ante las sabanas del reposo y del tiempo, a vísperas de un día nuevo llega a mí la gran curiosidad de saber qué soñaré esta incrédula noche. De qué cosas extrañas seré testigo o protagonista, qué aventuras soñaré mientras mi mente vuela por este mundo. Esas solo son unas de las tantas preguntas que me hago antes de ser esclavo de la noche. 
Los sueños nos invaden sin avisar en qué momento llegamos a ese instante de irrealidad, porque no hay un inicio el cual recuerdes, pero sí un final el cual, en algunos casos, puedes contar. En este mundo de lo inconsciente, lo real se convierte en algo absurdo y aburrido. Volar es normal en estos lares, y vivir lo inimaginable es común ante tus ojos. 
Hay sueños en donde la visita de personas no siempre son de familiares o amigos cercanos, pueden ser gente conocida por todos y que admiramos, o sino de personas que solo conocemos de vista, y luego nos surge la pregunta: ¿Qué hacía él o ella en mi sueño? Es tan curioso ver cómo los sueños están atados a los recuerdos, a los momentos, a los amores, a las amistades, y a todo lo vivido y no vivido a lo largo de nuestra vida. 
Sería interesante que los sueños fueran como cuando imaginamos: recrear aquel instante que uno desea pero que lo sienta como si lo estuviera viviendo, sería como regresar en el tiempo, aunque en la realidad no cambiaría nada, pero podríamos ver qué es lo que hubiera pasado si las cosas hubiesen tomado un rumbo distinto. 
Muchos de los sueños se relacionan con el amor, como cuando uno está enamorado y sueña con esa persona, porque quisiera saber de su vida y estar por lo menos un momento a su lado. Es que los sueños abren puertas increíbles con tan solo cerrar los ojos y perderse en los misterios del corazón y del alma… «Hoy en mis sueños tal vez pueda volver a mi infancia, llegar de nuevo a la pubertad o verme con esposa e hijos, ya viejo con arrugas y canas, o tal vez ya dejando este mundo, observando cómo me despido de quienes más he querido a lo largo de mi vida».
Sueños que sirven de reflejo, que nos hacen ver aquellos momentos de felicidad en donde reinaba el amor y la paz emocional. Sueños que reviven ilusiones y nos traen de vuelta esos amores que por algún motivo se desvanecieron en el tiempo… «Hoy en mis sueños tal vez la vea a ella, tan hermosa con aquella sonrisa deslumbrante y enternecedora, y quizás al despertar, regresen a mi mente aquellos momentos de amor y de alivio. Lástima que no pueda elegir mis sueños, porque sin duda alguna la elegiría a ella en cada uno de ellos».
Los sueños esconden muchos secretos, como metas e ilusiones, o sentimientos semidormidos, como amores en el olvido, hasta penas que pensamos que ya se habían ido. Y nos sorprendemos al descubrir ciertas cosas de nosotros, y nos ponemos a pensar sobre ello, porque aquel inconsciente dice la verdad, y a pesar de no querer aceptar tal hecho, al final de cuentas es lo que sentimos… «Hoy tal vez en mis sueños podré ser lo que no fui o lo que algún día seré, lo que quise o lo que simplemente nunca imaginé. Quizá hoy me despierte con una sonrisa dibujada en mi rostro o una lágrima acariciando mi piel, con alguna historia inconclusa o con algún recuerdo perdido en el ayer».
Sueños que abren la puerta a un mundo nuevo, en donde la simpleza de las cosas se hacen realidad con solo desearlas, con solo describirlas. Sueños donde la poesía descansa en la inspiración de los hombres. Sueños donde el límite lo pones tú… «Hoy podría volar en la costa de tus sueños, aferrarme al sutil sabor de tus besos y volverme frágil al sentir el calor de tus abrazos mientras corro sobre el mar con las manos al cielo y consigo un cofre de constelaciones donde guardo todas las estrellas del universo en un te quiero de mi voz».
Sueños que traen consigo recuerdos y personas que tanto hemos amado, como sueños que devuelven el llanto, oscurecen el día y nublan los momentos de paz en la vida… «Hoy podría soñar que estoy en otro mundo o tal vez en otro tiempo, y también podría ver a seres queridos que ya no están físicamente conmigo en este momento. Hoy mi sueño tal vez no sea más que una horrible pesadilla, que den a conocer mis más grandes temores y me deje encerrado con el miedo de ya no volver despertar a la luz del día». 
Sueños que desencadenan secretos de antaño, sueños que no recordamos o que no concuerdan con lo vivido, sueños que hacen volar el alma a lugares desconocidos y que recuperan la fe con la manifestación de un nuevo motivo… «Hoy tal vez me iluminen sus ojos y escuche su voz clara mientras veo su rostro borroso como las nubes que cubren la luna llena, hoy o quizás mañana no vuelva a soñar y pierda cualquier esperanza de vida en este mundo donde aún se respira libertad incondicional».
En un sueño podemos ver hasta sentir cosas que nunca hemos vivido, por eso son sueños, cosas que dentro de nosotros algún día anhelamos vivir. Y como dice el dicho: «Soñar no cuesta nada». Así que sueña en vida y sueña en sueños, olvídate de todo y sé libre en este infinito mundo a pesar de las adversidades que estés viviendo allá afuera.



jueves, 15 de marzo de 2012

El comienzo del final

El dolor palpitante nos acoge y desaparece en ellos, deja en nulo cada uno de los sentimientos. Todos los recuerdos vienen a nosotros, las miradas en el ayer nos llevan a aquellos momentos de vida y de gran libertad. El tiempo se romperá al ver que la noche llegue antes de lo establecido, dejando así la ausencia de almas cercanas. La mañana será diferente, la tarde será infinita, el día será un recuerdo, el sol ya no arderá como antes, y la luna se convertirá en un reflejo de nosotros…
Vendrán pensamientos a cada segundo, los recuerdos golpearan el corazón hasta llenarlo de lágrimas. La fuerza se hará débil y la lucha por seguir en pie será abatida por la ley de la vida. Llamados desconocidos abrirán la puerta del alma y volaran los momentos de angustia y de impaciencia. Un 'hola' es cotidiano en los días, pero el adiós no existe en este instante de vida. No siempre llegamos a despedirnos, no siempre podemos dar el último abrazo o el último beso, pero quizás es porque ese no es el final, sino el inicio de algo nuevo.
Los veremos en nuestros sueños, los sentiremos sin tenerlos, los extrañaremos en cada momento y lugar, pero los recordaremos con alegría cuando la paz y la armonía estén presentes en nuestra vida. Dormiremos para siempre en el momento que el destino decida. El aire nos robará lo que queda de nosotros, la tierra formará parte de nuestro traje que dejamos en la vida. El camino tendrá un final, el camino físico verá el límite en nuestro andar. Se manifiestan emociones, se rompen corazones, la mecánica de la vida nos hacen esclavos del tiempo, lo comprendemos, pero al momento se nos hace extraño, no aceptamos la realidad, no queremos tales cambios… 
La estadía en la vida tiene fecha de caducidad, a veces el ciclo se cumple y otras, por desgracia, se adelantan sin avisar, pero el cariño, la valentía y los actos dejan su aroma y su esencia en nuestra memoria, pero, ¿adónde se va la vida? Se desvanece en el horizonte y crea nuevas almas para seguir andando por el mundo en un nuevo empezar, o encuentran el final y todo acaba...
La melancolía nos ofrece un escape, la imaginación nos devuelve la imagen, la fe dibuja un paraíso en el cielo para dejarnos el alivio de que iremos a un lugar mejor, a un lugar infinito. Cada uno tiene una perspectiva, pero nadie puede ver más allá de la vida. No todos sienten lo mismo al desprenderse de alguien especial. La situación es tensa, nos vuelve frágiles a todos, nos destruye y nos une, nos hace entender el lema de la vida. 
Los años pasaran, caerán como hojas en el otoño, dejaran huella en nuestra piel, en nuestros gestos, en nuestros ojos, y en cada rincón de nosotros. La sabiduría gobernará a través del tiempo, dirigirá la astucia y la moral, el llanto y la pena se irán en la sombra de la inmadurez hasta ver la luz de este juego mortal. Los días seguirán pasando, su aroma estará presente, su frescura sanará los momentos agrios, y nosotros seguiremos aquí con la nostalgia, recordando el ayer, recordándolos a ellos, a los que sin decir adiós, a algún mejor lugar partieron...


miércoles, 29 de febrero de 2012

Volver a vivir

No es buen momento para escribir, el ambiente no es el adecuado, o quizás mis palabras no son las correctas. Sin embargo, solo espero encontrar la verdad que existe en nosotros, y que el alma oculta, por razones desconocidas, los secretos de la superación emocional al dejar volar a alguien a quien tanto hemos querido. Y estoy convencido que esto va más allá de la lógica, siento que el corazón se enfría cada vez que le evitan dar el cariño que tanto anhela demostrar, y la impaciencia de querer sentir y de crear nuevas ilusiones, deja un cansancio mortal hasta tocar y romper el hilo de la desesperación. 
Cada vez se hace más vacía la manera de ver la vida sin la luz de sus ojos. No es sencillo aceptar la realidad de la cosas a pesar de que los dos aceptamos en no ser obstantes a la relativa del tiempo y el silencio. Tal vez, pienso, lo mejor sea salir a solas y perderme en los suburbios, para pensar bien la decisión que tomé y encontrar la razón del por qué ella aceptó aquel tratado sin garantía que firmamos inconscientemente. 
Recuerdo aquellas tardes inolvidables en donde su mirada y sus besos eran el aire que necesitaba para poder vivir, pues la sensación que uno siente después de provocar una sonrisa, es un regalo de la vida que se compensa con la fidelidad del amor y la entrega sincera de los sentimientos. Pero el tiempo ya pasó y los cantares de aquella ilusión ya se dejaron de escuchar. Ella ya no está aquí conmigo, pero yo sigo allá, en ese lado de la vida en donde no existen arrepentimientos, con una nueva sonrisa en mi rostro porque la vida aún sigue construyendo y uniendo los destinos de los más desdichados.
En la intemperie de las calles, sus paredes gobiernan un camino sin regreso, forman un laberinto con principio pero sin final, como si de un sueño se tratara en donde solo llegamos a un punto pero no recordamos el inicio de este. Sin embargo, la luz poco a poco llegará y te tocará con esperanza para salvarte de tan confusa pesadilla. Es algo aterrador aferrarse a cosas pasajeras, a cosas a las cuales le damos una importancia que no merecen. Por tal motivo empezaré a trazar lo real, lo que sí importa en esta vida, para darle un empujón a mis ansias que anhelan encontrar paz y un corazón dispuesto a mostrarse tal y como es.
Y ahora que me encuentro entre los brazos del aire, conservando la esencia de la vida, puedo confesar sin pudor la libertad y el poder que tenemos de vivir otra vez nuevas emociones en este mundo que creemos solo nos hace daño. Los errores y los dolores del amor no duran eternamente, la vida nos lastima y también nos castiga, pero solo por momentos, pues es ahí en donde ve dentro de nosotros y sin remordimiento nos devuelve el aire para seguir respirando, para volver a vivir y empezar de nuevo.