martes, 6 de noviembre de 2012

Tu llamado

Eran las cuatro de la madrugada cuando desperté. Mis ojos eran frágiles por el cansancio, mi latido volvía a recuperar su ritmo y de pronto recordé, entre sueños, que volví a escuchar tu voz perdida en mis recuerdos. Amanecí con pensamientos dedicados a ti, no tenía sentido, hace mucho que en mi mente no eras protagonista. De solo hacerlo los nervios se apoderaban de mi cuerpo, y el temor de volver a verte se reflejaba en mis mejillas.
No entiendo por qué aquella noche tus fantasmas visitaron mi desvelo. Sin previo aviso te adueñaste de la revelación de mis sueños, renaciste en mí y fue allí en donde encontraste estadía. 
Fue un llamado tuyo que se prolongo por muchas noches, alterando y despertando sentimientos semidormidos; por más que trataba no podía escapar de tu aroma, de tu sombra, de aquellos restos de cariño que dejaste en mí. Creí que era libre de tu amor y propenso a buscar una nueva compañía. Pero el tiempo no cumplió el tratado de poder olvidarte, me mintió descaradamente y pintó historias en las cuales me hacía creer que ya no formabas parte de este corazón ingenuo. 
Con el tiempo, por las  noches, tus llamados eran más fuertes e inevitables. Aquellos momentos que fueron escritos con tus besos y que hoy solo leo en mi imaginación, condenan a mi alma a tratar de sobrevivir en un mundo de mentiras e inseguridades. Allá afuera, donde las aventuras dejan un vacío cada noche, mi silencio convoca tu presencia y manifiesto todo tipo de emociones frente a una imagen que conserva la misma sonrisa desde hace siglos en mi mente. 
Mi verdad hoy se viste de mentira, todo lo que alguna vez quise sentir solo se encuentra en ti: en tus ojos, en tu cabellera, en la fragilidad de tu piel y en aquel lugar donde se esconden nuestras almas, perdidas en el limbo del arrepentimiento. Mis ansias recorren un destino que tiene tu nombre, mi cuerpo extraña tus caricias y mis labios sueñan tu regreso.
Pero cómo saber si sigues siendo tú, la chica que conocí una tarde de caos y de soledad... Preguntaré a las personas que nos veían en los parques o en las calles, visitaré los lugares en los que solíamos caminar. Tal vez has cambiado, pero mi subconsciente se rehúsa a creerlo, pues mis ojos y mi mente aún tienen grabado un retrato especial de los días que tú y yo compartimos. 
Ya no puedo esconder toda esta locura que cada día me distancia y al mismo tiempo me lleva volando hacia ti. Vivo cautivado de una luz, de un recuerdo, de un ayer que hoy cobra sentido y me obliga a regresar para confesarte lo mucho que he callado en mi ausencia. Quisiera pedirte perdón, decirte que jamás debí alejarme, que debí escucharte y ser más compresivo cuando te reclamaba algo injustamente. Mi intención jamás fue querer olvidarte. 
Volver al pasado me deja marcas de dolor y de angustia, es aferrarme a algo que debió morir con el adiós que pronuncio un Yo orgulloso y egoísta. Sin embargo, mis motivos cuelgan de tu alma, y en ese pasado perdido entre historias y recuerdos, se esconde un amor que ha resucitado y que hoy quiere regresar, pues sabe que allí te encuentras tú, con el remedio que necesito para poder respirar como lo hacía antes, como en aquellas épocas cuando solía vivir abrazado de tus sentimientos.



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