domingo, 18 de enero de 2015

Verano

El verano siempre es una odisea, un milagro después del invierno para aquellos que no soportan el lado amargo del tiempo. En sus días se ocultan historias cortas pero casi imposibles de olvidar. En la mayoría de los casos, los protagonistas gozan de un asombro incalculable y cumplen el cometido de quererse mutuamente sin caprichos ni excepciones. 
Existen tardes llenas de prisa y de paciencia, noches que ignoran las horas, que solo buscan un pretexto y una buena compañía. Los caídos, sin ganas de nada, se encuentran en esta etapa del año para compensar el tedio del pasado y vivir nuevamente. Los que están arriba no sucumben y disfrutan, juegan y planifican bien su tiempo para salir ilesos y con una sonrisa traviesa en el rostro. Otros, los que viven en el limbo de lo vano y lo placentero, prefieren construir normas y espacios únicos para hacer de la privacidad el intermediario de emociones inexplicables. Curiosamente, los débiles irrumpen de manera sorpresiva y acaban siendo los más fuertes. 
Pero el verano es más que una fuente de paz y de locura, es una recopilación de momentos extravagantes, repletos de dichas y a veces, de arrepentimientos que no caben en una sola explicación, que se vive de diferentes formas, que cumplen la función de dar buenas nuevas, inesperadas y misteriosas. De modo que flagela el peso del tiempo, para renovarlo, para darle una mejor perspectiva a lo que se viene.
Es una etapa de descubrimiento, de insomnio y de ratos exclusivos que suelen marcar un antes y un después. Los encuentros se dan sin un acuerdo previo, suceden en el momento menos pensado y se proyectan para una experiencia más allá de lo agradable. Todos coquetean con la idea de ser libres y se abstienen a lo que tanto buscan pero que niegan, que es compartirlo con alguien especial. El resto, sí vive aquella dicha, y en silencio consumen y alargan su vida entre abrazos y besos sinceros. 
La decisión está allí, nadie obliga ni protesta, todos viven el solsticio a su manera. Sin embargo, los solitarios hacen del tiempo un escape de ayuda, de momentos alejados y firmes para con sus metas, y logran ejercer en esta época lo que muchos quisieran. 
En síntesis, los amores, las penas, los fracasos, las histerias y locuras que se viven siembran un recuerdo pleno e inimaginable. A veces, un poco brusco con los inocentes, pero gratos de volver a recordar. Deja, sin duda, un espacio para la nostalgia cuando un día miremos hacia atrás. Así es el letargo de esta temporada, infinita para los más locos y fugaz para los más cuerdos. Verano, origen de un ciclo, la propuesta interna de empezar de nuevo, el golpe certero a los malos tiempos y el comienzo a un nuevo estilo de vida.