martes, 20 de septiembre de 2016

Documento

Estimada señorita Fabiana Castro, reciba ante todo mi afectuoso saludo. Me dirijo a usted a través de este presente para notificarle sobre la situación que involucra su corazón y el mío, para que de manera diplomática podamos llegar a un acuerdo que favorezca a ambas partes.
Como es de su conocimiento, hemos tenido algunas discrepancias que faltan a nuestro compromiso pactado en el contrato, convenio celebrado por manifestaciones de amor y tiempo de nuestras vidas. Debido a algunas irregularidades que voy a detallar a lo largo de este documento, es de mi sumo interés saber si seguir con este pacto es lo más factible para ambos.
El contrato, por decreto, expone lo siguiente: 
- Ser libres ante todo, y querernos, principalmente, a nosotros mismos. 
Lo fuimos, sin duda, pero en los últimos años hemos fallado torpemente a dicho argumento. El concepto de libertad era un tema de debate constante, sin embargo, pudimos llegar a un acuerdo en aquel viaje que tuvimos y vimos, de cerca, el poder innato que tenemos para decidir si quedarnos o irnos cuando lo sentíamos necesario. Porque para ser uno fue primordial habernos querido y aceptado como éramos, primero, a cada uno, después, a nosotros.
El problema aquí no fue de usted, ni mío, sino del tiempo. Tiempo que supimos aprovechar, acoplándolo propiciamente en nuestros espacios vacíos, para luego llenarlos de nosotros y convertirlos en los momentos cumbres del día en la vida de ambos. Pero que, a pesar de dicha asociación, se nos fue de las manos como la arena que sujetamos en las épocas de exilio compartido.
- La duda, para no evadir la verdad, ni jugar con la mentira.
He aquí uno de los principales motivos que rigen este documento. No somos, ni fuimos, personas capaces de ejercer una mentira, debido a que desde los orígenes de nuestra historia, lo sabíamos, o creíamos saberlo todo. Desde tu pasado y el mío, desde mis amores y tus amores, desde mis sueños y tus sueños. Supimos tratar la palabra para que encaje, como engranaje, en cada una de nuestras dudas. Sin embargo, el infortunio fue el culpable de la mala interpretación cuando no estábamos juntos.
- Actuar sin esperar nada a cambio, que el instinto y el desinterés nos gobiernen. 
Se fue deteriorando, con el tiempo, con el peso de los años, las ganas de hacernos compañía, de regalarnos algún detalle, algún destello que manifieste la emoción y la dicha, sin sentir que nos debiéramos nada y saber al mismo tiempo que lo merecíamos y no. No fuimos capaces de mantenerlo vivo, se fue, así como lo lee, la melancolía compartida, la tragedia olvidada por uno de estos arrebatos de locura e innata devoción. 
- La comunicación como puente a la tolerancia y a la sabiduría.
Nos dedicábamos una serie de citas, desde Sócrates hasta Dickens, desde Góngora hasta Lope de Vega, desde Hegel hasta Tolstói, desde Flaubert hasta Carpentier, desde Sartre hasta Camus, desde Faulkner hasta Hemingway, desde Whitman hasta Borges, desde Rimbaud hasta Vallejo… Para ser un todo y complacer a las almas, por medio de un estímulo que involucra la curiosidad, la belleza y el afán eterno de entender la vida.
Y así, entre voces de otros tiempos y de las nuestras, desde luego, el verso, la oración, la comunicación en sí misma, fue clave para llegar a ser más precisos, para ir de la mano al camino de la paz, la tolerancia y la sabiduría. Hecho que logramos mantener, hasta ahora, como lo demuestra este documento. Pero que, sin embargo, se fue perdiendo al encontrarnos con nosotros mismos, con una verdad incómoda que fuimos buscando, con el fin de las épocas doradas, con el origen de la decadencia y la mala fortuna de vivir anclados a un momento de duda y de lucidez comprendida. 
- La fidelidad es decisión de los valientes, la confianza es pilar de la unión.
Ser fiel es más que renunciar a actos y situaciones que pongan en duda mis palabras; porque de eso se trata, de ser coherentes, antes que contigo, conmigo, con mis ideales, con mis principios. Fallarte hubiera significado el fin de mi integridad como persona, por ello, cuando viva lo mismo con alguien más, mientras diga amarte cuando no es contigo, lo habré perdido todo. Pero me alegra saber que este no ha sido el caso. Por ese mismo motivo te hago llegar este documento, porque sé que no fallamos en este aspecto, porque desde un inicio prometimos no ser rehenes ni prisioneros del amor que en algún momento sentimos.
- Somos seres de alma, la piel cambia, la esencia no.
Nos hemos querido desde jóvenes, pasando por momentos claves en la vida de cada uno. Cambiando ante nuestros ojos, perdiendo la voz en cada lamento, en cada alegría, en cada instante de vida que hemos atravesado. Pero a pesar del tiempo, nos vemos iguales, porque nos vemos desde adentro, compartiendo sentimientos e ideas, teorías, verdades, fantasías y sueños, para que la piel cambie pero sigamos siendo los mismos.
Por ello, necesito expresarle, y no solo por el hecho de haber compartido juntos casi toda una vida, sino por la clase de persona que sé que es usted, que no tengo ni tendré nada en contra suya. Pues, realizando las pertinentes indagaciones, he llegado a la conclusión de que la culpa la tienen los recuerdos, el tiempo y la vida misma, alegando que nos fue consumiendo en un letargo sórdido e inacabable. De esta manera, es importante saber y clasificar lo que valen cada uno de ellos, para terminar con esta odisea sin que nadie salga desfavorecido, porque eso es lo último que quiero, que usted, con todo el tiempo que llevo conociéndola, pierda esa sonrisa que tanto he admirado.  
Debido a todo ello, y en cumplimiento a lo dispuesto en el art. 14, inc. 2 de la constitución y de las bases de las emociones vivas, vigente por el convenio de poetas y escritores, pongo a su conocimiento mi intención para dar por finalizado el contrato que, con el peso de los años, no hemos podido cumplir a carta cabal. No será necesario un certificado acreditando el tiempo compartido, por definición, nos compete a ambos dichos momentos. Sino, una respuesta contundente para saber si te amé demasiado cuando te bastaba tu soledad, o si tú, a tu manera, lo hiciste en mis ratos de locura, que ponían a prueba mi intención de quedarme y tus ganas de hacer lo mismo.
Agradeceré que pueda replicar mi solicitud para poder llegar a un acuerdo, porque así como yo, usted tiene voz y voto. Sin embargo, en el caso de darse lo contrario, de que su silencio sea la única respuesta, quiero comunicarle que, con el dolor que embarga la desdicha, me veré obligado a tomar acciones legales, propias de un corazón sin calma. Una infracción como esta no sería profesional de su parte, y prefiero evitar vernos en el juzgado entre trámites y papeleo que desgastan a uno, pues para eso nos basta el paraíso. Pero creo en usted y estoy seguro de que no será necesario. Espero podamos solucionar este altercado lo más pronto posible y de manera pacífica, sin que queden alterados, si es que ya no lo están, mi corazón y el suyo.
Habiendo expuesto la situación, la saludo cordialmente.

Atentamente.

Leonel Estrada.