miércoles, 18 de diciembre de 2019

Sunday

Habíamos tomado el bus 'la diecinueve' para llegar a la Av. Larco y, al entrar, entre la gente, nos encontramos con Emilio, un amigo del barrio. Nos acercamos de curiosos y le preguntamos a dónde iba. «Al Hippie», nos dijo. «¿Al Hippie?», nos preguntamos. «Sí, al Hippie Sunday, en el parque María Reiche», añadió. «Ah, está bien», le dije, confundido, porque no sabía a qué se refería. Bajaron algunas personas del bus y nos sentamos al fondo. «Al Hippie», dijo Ramiro, pensativo. «Nos vemos entonces, les va a gustar», nos dijo Emilio al momento de llegar a la Av. Larco, y se despidió de nosotros. Ramiro y yo nos quedamos pensando pero no le tomamos mucha importancia, pues se nos hacía tarde para vernos con Estela y Fabiana, con quienes nos encontraríamos en Larcomar. Ramiro llamó a Estela y le preguntó en dónde se encontraba. «Acaban de llegar», me dijo al colgar la llamada, y nos apresuramos en caminar las cuadras que nos faltaban. En el camino, le reclamé a Ramiro por haberse demorado tanto. «Cholo, no encontraba mi billetera», decía. «Seguro», pensé, acelerando el paso. Al llegar, las chicas estaban conversando y tomándose fotos. Nos saludamos y fuimos caminando por la costa verde. Adelante iba Ramiro con Estela y detrás de ellos Fabiana y yo.
Empezó a contarme su semana en su primer ciclo de la universidad y yo del mío. Nos habíamos conocido en el verano, el último después de terminar el colegio y el primero antes de empezar la universidad. Cuando la conocí en la fiesta del Gringo Sergio, no pasó mucho tiempo para darnos cuenta que nos gustábamos. Por ello, al terminar la fiesta y después de bailar “La melodía” de Joey Montana, canción que no dejaban de poner en todas las fiestas en ese entonces, le pedí su número. Los días siguientes empezamos a conversar más y fue así que solía ir por las noches después del británico a buscarla al ICPNA. Nos la pasábamos discutiendo sobre qué inglés era el mejor: el inglés británico o el inglés americano. Todo con la excusa de besarnos en los parques aledaños al Kennedy. Fabiana reía de las estupideces que había hecho la primera semana en la universidad, porque al igual que yo, también se metió a otro salón, conoció amigos que jamás volvería a ver y se perdió más de una vez buscando su facultad. Nos detuvimos a besarnos. Fabiana me cogía el rostro y sonreía al hacerlo. Yo no podía evitar bromear de algo tonto en ese momento que, curiosamente, hacía que sonría incluso más. De pronto, Ramiro y Estela se acercaron y nos dijeron para ir al Hippie Sunday. «Le conté lo de Emilio», dijo Ramiro, haciendo un gesto como diciendo por qué no. Fabiana preguntó de qué se trataba. Ramiro y yo le dijimos que realmente no sabíamos y que por eso mismo podríamos ir a averiguarlo. Fuimos en dirección al parque María Reiche. En el camino, conversando, y debido al nombre, ya nos estábamos haciendo una idea de qué iba el asunto. Y fue entonces que al llegar, a lo lejos, empezamos a escuchar el ruido de los tambores y a ver un tumulto de gente cruzando el parque y sentarse alrededor de una fogata, casi al borde de la loma. A un lado, un grupo de extranjeros se encontraban vendiendo todo tipo de collares hechos a mano. Fabiana y Estela se quedaron viendo lo que había y Ramiro y yo empezamos a buscar a Esteban. Al no encontrarlo, nos acercamos un poco al grupo y nos sentamos en la loma. Dos chicas se acercaron a ofrecernos unos happy brownies. «Están buenos», dijeron, y Ramiro compró unos cuantos. La fogata era relajante. Fabiana se apoyó en mi hombro y nos quedamos mirando el espectáculo de unas mujeres bailando alrededor del fuego. Un momento después, Ramiro me tocó el hombro y señaló la parte más pendiente de la loma. Había un grupo de chicos y entre ellos pude reconocer a Emilio. «Allá fuman ya sabes qué», dijo Ramiro. «Y ya llegó hasta aquí», añadió riendo. Fue entonces que entendí lo que quiso decir Emilio en el carro. Al rato, después de presenciar el ritual del Rupa, el encargado de realizar la celebración, decidimos volver al Kennedy para tomar unos helados antes de regresar a San Juan de Miraflores.
En el camino, Fabiana y Estela comentaban lo chévere que les había parecido el Hippie Sunday, mientras Ramiro y yo nos terminábamos los brownies que quedaron. Después de llegar al parque y terminar los helados, tomamos un taxi de regreso y nos bajamos en la plaza de la municipalidad. Nos encontramos con algunos amigos y les contamos a dónde habíamos ido. Algunos dijeron que ese era el 'Point' de la gentita. Otros, sobre todo los que montaban skate, decían que iban ahí solo para «hornearse». De pronto, Fabiana me dijo que ya se tenía que ir. Le dije a Ramiro que me espere, que ya volvía. Acompañé a Fabiana a su casa y como no nos habíamos visto en varios días, nos quedamos un buen rato sentados en su escalera. Me dijo que se había divertido, que se conectaría más tarde al Messenger para conversar y que tenía que avanzar los primeros trabajos de la universidad, pues cada vez le dejaban más, y que tal vez ya no tendría tanto tiempo como antes, como en el verano, como hoy. Le dije que todo saldría bien, que ya habría tiempo para vernos. La besé detenidamente y volví con los chicos a la plaza de la municipalidad, pero debido a la hora, varios ya se habían ido.

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