viernes, 28 de diciembre de 2012

Te espero

Mi impaciencia se sujeta de una esperanza, de unos ojos que aún no veo pero que llego a imaginar. Te espero mientras escribo versos en tu ausencia no planeada, y voy caminando a solas acompañado de ti, buscando en los detalles alguna señal de tu reflejo. Te veo a lo lejos, a kilómetros de distancia, como un espejismo brillante que se dirige hacia mí, marcando en sus pasos el motivo perfecto para seguir esperándote.
Te espero desde hace siglos, desde ilusiones pasadas y encadenadas a momentos nunca antes vividos. Me acoge un sentimiento que permanece escondido en el alma, que se adelanta al tiempo e intenta imaginar que estás aquí a mi lado, esperándome en la sombra de un mundo perdido por ojos adormecidos y usualmente equivocados. Te espero sin darme cuenta de que el tiempo se detiene, y contrae estas ganas de querer buscarte entre los pasos de una sociedad anclada a la rutina. Mientras la vida continua, yo te sueño y te hago un espacio en el almacén de mis anhelos.
Te espero en silencio y con una serenidad ansiosa de ti. Me paso imaginando tu figura, tu rostro, tus facciones, tus movimientos, sin embargo, eso no me preocupa, porque sé que te reconoceré cuando te vea al frente de mí. Te espero oyendo una voz que nunca antes había escuchado, que pronuncia palabras que juegan con mis vientos y me advierten de que sea paciente, pues cada día que pasa estás más cerca de lo que imagino. 
Te espero mientras trato de espantar estas manías de querer perderme en un sinfín de momentos contigo. A pesar de que mi postura y convicción solo se aferran a la intención de esperarte, el tiempo sigue conspirando para que eso no sea posible. Te camuflas en almas inocentes, vivo mentiras disfrazadas de verdades, y escribo historias en donde aún no existes, pero en las cuales, en esencia, tú eres la protagonista.
Te espero en las costas de mis sueños, en las veredas de mis interrogantes, en la plaza de mi soledad. Sin embargo, se me hace imposible responder a las preguntas de tu futura llegada. Te espero, simplemente te espero, con las manos abiertas y el corazón forrado de una ilusión de acero, y con unas ganas inmensas de amarte y de contarte todo lo que viví en mi locura de esperarte.
Mi tiempo está obsesionado con tu llegada, he guardado días, horas y segundos para cuando llegues. Tengo mil y un frases con tu nombre que todavía desconozco, pero que hablan solamente de ti. 
Te invento cada vez que el cansancio coopera para sentirme solo, y en mi teoría de tu existencia nombro tu vida como el eslabón que necesito para darle vida a la mía. No tengo miedo de morir en mi intento de esperarte, porque más allá de mi vida, habrá un ángel que vendrá para reponerme en mi deseo inmortal en la búsqueda de mi otra parte, que es tuya.
Le he hablado a todos sobre de ti, porque a pesar de que todavía no llegas, algo me dice que muy pronto lo harás, y yo estaré ahí para abrazarte y besarte como si ya te conociera, como si el destino supiera que yo soy para ti, como tú eres para mí. 
Y así seguiré con este afán de esperarte, la desesperación no me llegará a consumir, pues mi ganas penden de un estímulo que se encuentra atado a tu sonrisa que imagino a diario. Aún no te conozco, pero te sigo esperando…


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